Mi hogar - Diego García
BASADO EN UNA HISTORIA REAL
De parranda, de farra, gozando el fincho, o como se le quiera llamar, hacemos o en especial hago los fines de semana, cabe aclarar, y el pasado sábado no fue una excepción. Después de unas cuantas botellas, cervezas y lo demás, llegue a mi casa, temprano, 4:30 am, y como al que madruga Dios lo ayuda subí a mi casa, tuve frente a mi el enemigo que cualquier borracho detestaría encontrar, LAS ESCALERAS, después de abrir una puerta blanca de acero que da a la calle 58 y limita con la carrera 30 puesto que es un edificio esquinero blanco con una gran franja roja que lo cruza de arriba a abajo y al frente de ese edificio la casa de la vieja de la tienda, si esa famosa vecina que incluso sabía donde estaba Elisa de lo chismosa que es.
Cuarto piso, una puerta de acero blanca nuevamente, y sigo
preguntándome porqué en todas las casas las puertas y paredes son blancas, es que no hay otro color? El caso. Llegué a mi puerta, y tras una batalla con las escaleras faltaba la guerra con la llave correcta y la chapa, intenté con todas las llaves pero ninguna abrió esa maldita puerta, sólo hasta que recordé que si pensaba y prendía la luz sería más fácil; que idiota, estaba intentando con todas la llaves pero las metía al revés y eran las del carro que están juntas con las del parqueadero.
Entré, y lo primero que vi fue un muro blanco con ladrillos especiales decorativos que dan a la calle, tambaleando voltee a la izquierda, vi el balcón y dando me vuelta miré ese maldito cuadro de la casa vieja donde creció mi padre, siempre está torcido aunque me paso la vida arreglándolo, lo arreglé y me senté en el mueble naranja justo debajo del cuadro de la casa que cuelga en una pared de espatulado verde, me quité los zapatos y busqué el control del televisor, que está al frente en un mueble de madera justo al lado del computador de torre, ese computador viejo, dañado que sólo hace estorbo, que acompaña unos cuadros, un ajedrez que no se usa, como solamente yo se jugar ajedrez en mi casa, no voy a jugar solo, un florero con flores o sin flores y unas velas decorativas. Pero tenía hambre, tanto beber sin nada de comer como que no va conmigo, gire a la izquierda con cuidado, sosteniendo me de la baranda que adorna las escaleras pero que no me sirvió de nada, por que me golpee en el dedo pequeño del pie izquierdo con una de las 6 sillas que tiene el comedor, un comedor en cerámica antigua con un vidrio de diseño contemporáneo que pesa como el putas y encima un tazón que casi siempre tiene naranjas. Después del golpe, de maldecir y sobarme entré a la cocina, busqué en las alacenas de una cocina integral con paredes color naranja claro y un muro enchapado en el que está el citofono, el que mi papá siempre contesta y no porque sea amargado, QUIEN ES Y QUE QUIERE. Miré a la derecha y estaba ella, mi hermosa, mi princesa, mi amor, LA NEVERA, está a la derecha de la cocina al lado del cuarto de san Alejo, que mejor no miré que había en ese cuarto porque sólo hay mugre, encontré un poco de jugo con un pan, algo es algo tenía que comer.
Después de mi langosta al ajillo bañada en salsa de camarones con un chardonnay del 45 quise entrar al cuarto de mi hermana que queda al frente de la baranda de las escaleras, a que? NO SE, sólo que al entrar me entretuve en el gran espejo que hay al lado izquierdo de la entrada y mide aprox. 2 metros, y así no lo crean, sigo con mi costumbre y aún no tengo respuesta a eso, cuando estoy borracho y me miro al espejo solo me río a carcajadas, y adivinen, casi me cago de la risa, solo en el cuarto de mi hermana, entré al baño privado que tiene este cuarto, me lavé la cara, prendí el ventilador y me tiré en la cama viendo el mueble donde está el computador de ella, y que ojalá llueva y se moje, la envidia la carcome, abrí la ventana que queda al frente del mueble y salí. Me quité la ropa, a lo que cayera, al tartaraso, la eché sobre las escaleras y entré a mi cuarto, caminando 2 o 3 pasos afuera del cuarto de mi hermana cruzando un pasillo que tan solo contiene un cuadro horrible de unas flores así a mis papás les parezca hermoso ese "Picasso" y una mesa triple con fotos de distintas fechas especiales de la familia.
Después de estar en mi cuarto, que no es la sweet presidencial pero es muy acogedora, tiene un gran armario con muchos libros, libros que me han hecho tal vez reír, tal vez llorar, mi cama, una mesita de noche que sólo guarda toneladas de mugre, una cortina azul rey que combina con una pared gris oscuro, el closet con zapatos, ropa, boxers, medias y una que otra cosa, pero esta caverna siempre está ordenada, no se sí es por el enfermizo sentido de orden que tiene mi mamá o el asco al desorden que yo tengo. Salí de mi cuarto luego de haber sacado una pantaloneta y una camiseta o mi famosa pijama, entré a ese baño público que cualquier casa tiene, si, ese al que todo el mundo entra y que por desgracia es el mío, me duché y me lave los dientes después de reírme nuevamente en el espejo de mi baño.
Luego de cambiarme, quise subir la ropa sucia pero ese fue el momento en que los dioses del trago me llamaron y yo los llamé a ellos (HUGO, WALTER Y ALBERTO) si, me "wasquíe" que asco, y por suerte mis padres estaban de viaje y mi hermana en una conferencia de la universidad, que creo fue lo único bueno de esa madrugada por que no había nadie quien me sermoneara ni me matara a cantaleta. Luego de limpiar subí con la ropa y como aún estaba mareado o prendo casi tumbo los cuadros más grandes de mi casa, uno de ellos es mi hermana y el otro soy yo, ambos siendo bebés, esos que siempre que mi novia viene dice algo como "que cochita tan ñinda" Lo siento, no es mi culpa, es algo inevitable para mi. Dejé la ropa en la terraza que sirve como patio de ropas y de reuniones familiares por el gran BBQ que hay a un costado al frente de la lavadora y al lado izquierdo el lavadero y la selva que pertenece a mi madre, las jardineras llenas de flores y rosas, justo después de cruzar el studio acaparado por unas sillas, un mueble marrón oscuro, una mecedora, un televisor gigante y en medio de la sala cuelga mi otra reina, mi otro amor, LA HAMACA, aunque aveces mis padres no permitan que nuestro amor se consuma, ocupa mucho espacio e impide el paso, sobre todo al cuarto de ellos, un cuarto envidiable, creo que precisamente por es es que no los dejo pasar cada vez que me cuelgo en ella.
Estaba solo, un apartamento considerablemente grande si se trata de un joven de 18 años, aunque sólo fueron unos cuantos días que hice lo que me vino en gana, estaban de viaje tenía que aprovechar, pero supongo que el hecho de casi morir tambaleando por toda mi casa no es propiamente aprovechar, lo único que me quedaba por hacer sólo era dormir en esa cama, una cama doble con un colchón que con sólo tocarlo quedas privado, un millón de almohadas, dos mesitas de noche que nunca eh sabido que contienen, a lo mejor nunca me eh puesto la tarea de investigar que guardan mis padres ahí, pero antes de husmear tomé un acolchado genial que siempre esta en un closet y yo no llamaría closet a eso, es algo como godzicloset, es enorme pero no es lo único, al lado derecho un espejo, así como el de mi hermana, solo que en ese no me reí, unos cajones casi al nivel del piso en los que mi madre solamente guarda maricadas; pero no es todo al frente el baño privado, un baño en el que solamente el inodoro y Dios sabe que habrá pasado ahí.
Hambre y un calambre llanero fueron los verdaderos motivos de haberme despertado, tendí la cama y baje a mi super cocina por desayuno, primer error: eran las 11:30 no era hora de desayuno; segundo error: tenía pereza de hacerlo, tomé las llaves y salí a pasear el perro además para comprar algo de comer. "¿Ush marica, que le pasó?, se ve muy pailas. " fueron las palabras de un amigo, Sebastián, - sólo salí a beber anoche, le dije, -No creo, se ve pálido y con ojeras, mucho guayabo? -Mas o menos, es que bebí mucho anoche, pero normal, ya estoy bien. -Jaja ósea que ni siquiera se acuerda de lo que hizo. -Tampoco tan borracho, al fin y al cabo no me eh muerto, tan solo andaba de parranda.